viernes, 11 de julio de 2014

Fiestas de Santa Paulina en Villamayor de Treviño




Al volvernos “modelnos” hemos ido perdiendo la fe y ya no nos asusta el infierno, el pecado… y los diez mandamientos no los cumple ni dios, ¡qué cosas!. Pero nos quedamos con los santos, cada pueblo con su santo, cada virgen con su romería y, ojo, ¡que no los toquen!
En este sentido quiero felicitar al alcalde y a sus habitantes por seguir dando unas honrosas fiestas de Santa Paulina.
Llega el segundo domingo de Julio, Santa Paulina. 
Es la fiesta de mi pueblo: Villamayor de Treviño
Veo que hay programa de fiestas, actos culturales, música, concursos y unos días de alegría.


Volviendo atrás… años 60. Pueblo sin asfalto, sin agua corriente, pueblo, pueblo. Ahora son como un apéndice de la ciudad. ¡Alguien “mató” la vida rural!, no sé si la modernización, la cultura urbanita, la comunidad Europea, la concentración parcelaria, o todo un poco. Lo cierto es que mucho han cambiado las fiestas de los pueblos.

Santa Paulina me recuerda a fiesta sin más. Algo especial y extraordinario para un pueblo pequeñito. Entonces tenían vida propia: sus escuelas, de niñas y de niños, su cura párroco (Don Vidal). Las casas no eran “rurales” como ahora se denominan a las casas de estilo pueblo pero con iluminación led, wifi, yakusi, y todo eso. Eran casas abiertas, sin cerrojo, con gatera, corral, con portal recién barrido y regado, con piedra a la entrada para sentarse a la fresca, un pozo en la mayoría, cuadras, trojeros, pajar, y callejón lateral, gallinas dentro o fuera de la casa, a veces las veías por la calle como si  nada. Gallinas, perros y gatos podían coincidir respetando -casi siempre- sus espacios.

El día de la fiesta se notaba, se barrían las calles y se regaban con los calderos para que no se levantara el polvo. Había diana con instrumentos de viento, en las casas donde había mozas se montaba una adorno con ramas de chopo “enramada” y cuando pasaba la banda normalmente tres o cuatro músicos se quedaban tocando hasta que salía la chica al balcón o a la puerta, con su sonrisa matinal y alguna propina, unos  huevos o unas monedas para fondos de la organización.

Misa mayor, con Don Vidal, a veces concelebrada con otros párrocos de pueblos cercanos, zapatos limpios y calcetines blancos…Procesión con pendón y la Santa que lleva unas hermosas cerezas. Después de misa, al bar de Pedro o de la Upe, y en la plaza “La plaza” donde se instalaban los tenderetes con venta de chucherías, regalos, alguna tómbola… y poco más. Pero suficiente para que los niños disfrutaran viendo con los ojos entusiasmados tanta novedad, regalos, dulces y objetos que salvo en fiestas, poco más iban a ver. Cada año aparecía por estos pueblos de fiesta en fiesta una mujer particular “La Julia de Citores” una señora que viajaba en burro, no sé si con una pequeña carreta.. y montaba su tenderete, con una estructura sencilla, tipo mesa plegable, una tela blanca y sobre ella los objetos y dulces que vendía. Los niños, como tal, en alguna ocasión tratábamos de robarle alguna chuchería... en eso no cambiamos: tengo una tienda, y me siguen desapareciendo cosas. La tarde noche baile para todos, hasta las 10, cena y luego sesión de noche que podría alargarse como mucho hasta las dos. Actualmente es la hora de comienzo. Algunos años venía la orquesta de Herrera de Pisuerga, una buena orquesta con una presentación muy profesional. La fiesta se compartía con los pueblos más cercanos: Sordillos, Villahizán, Grijalba, Guadilla, Villanueva, Mahallos, Padilla...Ah, sin olvidarme del "Peras" que en cada fiesta montaba su parada para el juego del "bote", un cuadrado con, el cubilete, el dado y a jugar, al lado un apartado con almendras garrapiñadas. Mis primeros duros los gané en ese bote... también los perdí.
Espero que los que asistan, con estos recuerdos o con la visión actual, disfruten de la fiesta y sean felices.
Luis Miguel Avendaño



No hay comentarios:

Publicar un comentario